Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia de navegación y analizar nuestro tráfico. Al hacer clic en «Aceptar todas», das tu consentimiento para que utilicemos cookies. Más información.
Peter ha olvidado su pasado. Y lo más grave: su infancia. Detrás de la ventana de la habitación de una residencia de ancianos las estrellas han dejado de parpadear. Ya no se escuchan los sonidos de aquella feria. El algodón de azúcar ya no sabe a nada y la noria ha dejado de girar… Pero las ventanas, cuando te olvidas de ellas, se abren y dejan entrar sombras traviesas como la de Pan, ese niño eterno que se cuela en los recuerdos de Peter llevándoselo hacia Nunca Jamás.
Recuerda, nunca cierras tu ventana. Pan te observa.